Caminas huyendo, de la realidad, de los movimientos frenéticos que el mundo que te rodea crea y de la lentitud de tu visión, de las fotografías que almacenas en tu cerebro, de esos momentos que vas reteniendo, del miedo que poco a poco ocupa todo tu cuerpo, y te hace comenzar a querer huir, escapar de todo lo que te retiene, y dejarlo atrás.
No puedes creerte, y no puedes creerlos, tu actitud ante la vida queda solucionada ante la ausencia de posibilidades, el camino es único y tienes que seguir adelante, miras una y otra vez atrás, y no crees lo que dejas, lo que te persigue y lo que hay dentro de tu cabeza, que te llevas.
No hay más…
Versos llenos de pretextos, y textos que quedan en huecos, rellenos de tinta que parecen ecos, de gritos por dentro, de mi cuerpo… escapo del dolor de mis huesos que poco a poco quiebran la columna donde me iergo… cansada del momento, del presente y de mi alrededor, respiro el aire viciado que me dejan, me muevo por el agua de personas que no significan nada… tantos llenos de vacío, que el silencio es digno de encontrar y de regalar…
Me voy a marchar, tengo ganas de apartar-me de ti, de mí, de estos textos que vician mi vida… cada vez más ahogada, entre letras que resuman cansada… grito dentro del latido roto que viaja miles de millones de kilómetros… y el silencio es ese aspecto que aprecias bajo ritmo del tiempo…
Se apagarán mis manos, se romperan mis brazos… las teclas del teclado, serán notas… y todo irá despacio… siempre, todo, avanza, despacio… sé, que estarás a mi lado… y mi grito será mi canto.
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